Los pueblos indígenas, pobladores originales de muchas regiones del planeta colonizadas por el hombre blanco, han sido maltratados y, en muchos casos, exterminados con tal de usurpar sus tierras y los bienes presentes en ella. Pese al reconocimiento del Derecho Internacional, la ambición económica sigue acabando con los miembros y los territorios de estos pueblos de cultura y costumbres únicas; el bloqueo del acceso al agua y las modificaciones de los cursos hídricos son dos de los muchos males que azotan a estas comunidades.
Bosquimanos: agua por diamantes
El horizonte se presentaba optimista para este pueblo africano que, tras ser expulsado de sus tierras, logró una victoria judicial histórica en 2006 que le permitía retornar a su territorio. Pero la alegría duró poco, ya que el gobierno de Botsuana, comprometido en principio a respetar la resolución del Tribunal Superior de su país, ha mantenido una actitud encubiertamente hostil con el pueblo indígena, ya que en su reserva se encuentra la reserva de diamantes más grande del mundo.
La punta de lanza de esta agresión se encuentra en el agua: en la reserva sólo había un pozo, el cuál ha sido desmantelado y se mantiene sin funcionar, vetado pese a que el pueblo bosquimano se compromete a reabrirlo con sus propios métodos. Esta situación, agravada con la construcción de un complejo hotelero de lujo (con una enorme piscina) y un recorrido de safari en el territorio indígena, hace que el acceso a agua potable esté a más de 500 kilómetros de distancia
Penan: explotación maderera y presas hidroeléctricas
En la isla de Borneo, la comunidad Penan vive marginada y explotada desde hace décadas; el gobierno del estado de Sarawak no reconoce sus derechos territoriales y permite la depredación territorial a manos de las industrias madereras y las dedicadas a la plantación de la palma de aceite.
En 2008 sale a la luz un documento que muestra la intención del gobierno de construir 12 presas hidroeléctricas que inundarán el territorio de muchas comunidades indígenas; perder la tierra para estos pueblos supone el fin de su independencia, ya que su modo de vida se basa en la caza y la recolección.
Indígenas del valle de Omo: pérdida de territorio, guerra y muerte
En el suroeste de Etiopía, varias comunidades indígenas –los bodi (me’en), los daasanach, los kara (o karo), los kwegu (o muguji), los mursi y los nyangatom- se han adaptado con mucha sabiduría a las duras condiciones de este territorio rico en ecosistemas. La expropiación de su territorio por parte del gobierno ha generado conflictos entre las tribus, y la introducción de armas de fuego ha recrudecido estos conflictos.
En un proceso de dudosa legalidad, el gobierno etíope encarga de construir la presa más grande del país a una compañía italiana. La realización del faraónico proyecto tendrá gravísimas consecuencias para estos pueblos: alterar la crecida estacional del río Omo y reducir drásticamente su caudal traerá consigo la desertización de gran parte de la zona ribereña. Este hecho implica que las economías de subsistencia se derrumbarán y al menos 100.000 indígenas tendrán que hacer frente a la escasez de alimentos.
Puedes conocer más casos de pueblos amenazados y colaborar con su causa a través de la fundación Survival.
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